Don Quijote, regreso al futuro

Por Pablo Meléndez-Haddad

(Reportaje publicado en el suplemento ABC Cultural. Madrid, 30 de septiembre de 2000)


La inauguración de la segunda temporada del nuevo Gran Teatro del Liceo viene repleta de la más rabiosa modernidad, tanto que parece un montaje del futuro. La Fura dels Baus firma un ambicioso proyecto que cuenta con partitura de José Luis Turina, libreto de Justo Navarro y dirección musical de Josep Pons que pretende emocionar, más que impactar. "D. Q., Don Quijote en Barcelona" es el título del primer estreno absoluto de esta nueva etapa que está viviendo el decano del género operístico de España.

Es terriblemente moderno: la imaginería de La Fura dels Baus convertirá al Gran Teatro del Liceo en un inmenso laboratorio operístico. Cuando esta noche se levante el telón, nada volverá a ser como antes en el ambiente liceísta, eso seguro. Este D. Q., Don Quijote en Barcelona, poco tiene que ver con Don Quichotte, de Massenet, por ejemplo, o con la propia novela de Cervantes. El estreno absoluto que inaugura la temporada liceísta en una función especial para mecenas y empresas patrocinadoras del Liceo tiene su propia página web, fue parido por un grupo teatral, fusiona música sinfónica en vivo con electroacústica y varios momentos de su partitura corren a cargo de colaboradores espontáneos. Un formato renovador que viene a imprimir aires nuevos -o un verdadero huracán- al mundo de la lírica.
Michael Kraus, Ned Barts, Francisco Vas, Itxaro Mentxaka, Flavio Oliver, Pilar Jurado y Mireia Casas son algunos de los intérpretes que, junto a un inmenso espectáculo visual, serán los encargados de dar vida a las nueve funciones de este nuevo esfuerzo por reafirmar que la ópera es un arte vivo. El baño de modernidad que se apoderará del ambiente liceísta gracias a La Fura dels Baus ha necesitado varios años de maduración, desde que el anterior director artístico del Liceo, Albin Hänseroth, contactó con el exitoso grupo teatral catalán para encargarles la creación de un nuevo espectáculo operístico. Después de muchas sesiones de trabajo, D. Q. tomará vida gracias a un libreto de Justo Navarro y a la partitura de José Luis Turina. El abultado plantel de intérpretes capitaneados desde el podio por Josep Pons, principal director asociado del Gran teatro, contará con la más avanzada tecnología teatral, musical y telemática que hoy puede utilizarse en un montaje de estas características.
El arte e Internet se han dado la mano a propósito de este estreno absoluto, ya que parte de esta ópera no habría podido concretarse sin su página web. "No sólo hemos intentado ofrecer información sobre la ópera y su temática a través de Internet -indicó Joan Matabosch, director artístico del Liceu-; también hemos difundido el proceso de creación del espectáculo, hemos posibilitado que en cierta medida haya podido ser una creación colectiva, ya que se prometió la intervención del público en la partitura". Para Matabosch, además, esta web ha significado una expresión radicalmente contemporánea de lo que es esta ópera.


Sin Dulcinea

Este D. Q., en la realidad práctica, poco tiene que ver con ese Quijote que Cervantes imaginó: no hay Dulcinea, ni Sancho Panza ni molinos de viento. En el primero de los tres actos, la acción transcurre en Ginebra -"banco de bancos", según Carles Padrissa, de La Fura- en el año 3014; después todo se traslada a Hong-Kong en 3016, para acabar en la Barcelona del 2005, a la que los protagonistas se trasladan mediante una máquina del tiempo. Don Quijote, tanto el personaje y su peso histórico-cultual como todo el simbolismo que conlleva, es la excusa que mueve los hilos de la trama.
Según el director musical del montaje, Josep Pons, esta ópera es una oportunidad de oro para el género, ya que augura un futuro de posibles reposiciones: "Tanto el libreto como la partitura de D. Q. tienen calidad y riesgo, dos elementos fundamentales. El libreto funcionará teatralmente y posee una gran fuerza poética, además de enriquecerse con una gran carga simbólica y conceptual. La temática que propone la obra es muy arriesgada; y eso le brinda un valor añadido".
De todas formas, el director se apresura a aclarar que D. Q. "posee todos los elementos de una ópera convencional. Es una obra con música en vivo, estructurada en tres actos y en varias escenas, con libreto en castellano. No se renuncia a la melodía y, además de las arias, hay concertados, ariosos para dos personajes e incluso arias superpuestas. También hay momentos hablados y diálogos. La instrumentación es muy brillante y la partitura presenta momentos de gran belleza y dificultad técnica, tanto que no funciona solamente como un acompañamiento de las voces, porque plantea una riqueza instrumental muy grande. La verdad es que hay momentos muy virtuosos, tanto en el aspecto vocal como instrumental". Citas de grandes óperas de la historia, una tormenta que es un max-mix de las tormentas clásicas del género -incluyendo la archifamosa de Il barbiere rossiniano- y la aludida colaboración de compositores espontáneos por Internet han terminado de dar forma a este producto teatral propio del siglo que viene.


Web creadora

Uno de los apartados de la página web de D. Q. -creada en castellano, catalán e inglés, accesible desde www.liceubarcelona.com y desde www.lafura.com- permitía "bajarse" gratuitamente el programa FMOL para que quien deseara pudiera participar en la composición de seis momentos que el autor dejó abiertos en la partitura. La gente podía "enviar música creada por ellos mismos gracias a este programa informático o, si lo prefería, silencios. También se podían modificar las otras propuestas enviadas -apunta Carles Padrissa, de La Fura.
El compositor de la ópera seleccionó lo que le interesó y mezcló lo enviado aplicándolo a la partitura en esos seis puntos que han quedado abiertos".
Esta posibilidad de cooperar en la partitura de D. Q., sin embargo, no convertía al compositor espontáneo en co-autor de la música: "Podremos utilizar en la primera función determinadas colaboraciones, pero esto podrá modificarse en otras funciones e incluso en posibles puestas en escena posteriores de la obra", afirmó Padrissa. La web también permitió la conexión on-line a algunos de los ensayos, además de incluir vídeos con entrevistas a los gestores del proyecto D. Q.
La Fura llega a un escenario maldito para ellos: "En 1984 escribimos el Manifiesto canalla en el que decía que para arreglar el tema de la cultura del dinero lo mejor que se podía hacer era tapiar el Liceo. Si hubiésemos continuado en esa línea nos habríamos convertido en inmovilistas, aunque de alguna manera también ahora venimos a contaminar", apuntó Padrissa. "Solemos generar amor y odio por partes iguales -continúa el director de escena-. Nuestro objetivo principal no es provocar la discusión, pero no nos importa si surge. Si un espectador abandona la platea no dejaré de dormir mientras haya una mayoría a la que le guste la obra". Por su parte, Álex Ollé, el otro director del montaje, también del grupo teatral catalán, subraya que "Hay gente que sí es inmovilista, que no entiende que el mundo avanza. De la misma manera que se abren museos para mostrar lo que se hacía antes se tienen que crear museos de arte contemporáneo para enseñar las inquietudes de una generación, de un momento. En este aspecto sí creemos que el público de la ópera se tiene que regenerar".
Esta ópera de futuro llega al Liceo en coproducción con el Teatro de la Maestranza sevillano y con la Fondation International pour une Histoire de la Civilisation Européenne, y cuenta con la escenografía póstuma del arquitecto Enric Miralles, quien falleció hace unos meses. La dirección de escena corre por cuenta de Carles Padrissa y Álex Ollé, ambos de La Fura dels Baus, el vestuario es de Chu Uroz y la iluminación va firmada por todo un experto en el tema, el barcelonés Albert Faura.




Fragmento de una entrevista a Justo Navarro publicada en el mismo número del ABC Cultural

Por Ángela Molina


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- Usted es el autor del libreto de Don Quijote en Barcelona, que se inaugura hoy en el Liceo (ver sección de Música) con escenografía de Enric Miralles, arquitecto fallecido el pasado mes de junio, y montaje de La Fura dels Baus. ¡Qué magnífico destino, que hoy en día, en medio de este mundo tan atroz y violento, una persona se convierta en loco -pero un loco digno, romántico- de tanto leer o escribir!
- La lectura es un hábito que puede llegar a perderse, pero puede surgir algo que la sustituya. Hoy hay más gente que enloquece con las imágenes que con lo literario. El ser humano ha aprendido a reflexionar leyendo, quizá en un futuro sea posible reflexionar viendo imágenes. De cualquier forma, estoy de acuerdo con Borges, cuando dice que "puede imaginar un mundo sin pájaros, pero no un mundo sin libros".

- ¿Cómo es el Don Quijote que usted imagina?
- Es un aútentico extraño, un extranjero, un hombre que está a punto de cumplir el destino de todas las cosas humanas: el olvido absoluto. También es un hombre que sufre una transformación, como Gregor Samsa, una curiosidad admirable, pero que puede repugnar por no ser del grupo de los iguales.