La academia de música contemporánea de la JONDE
(Revista Doce Notas/Preliminares, número 16. Madrid, diciembre de 2005)
El carácter eminentemente pedagógico de la Joven Orquesta Nacional de España no se vería satisfecho si entre sus objetivos no se incluyera una equilibrada atención a la creación musical contemporánea. De ese modo, la programación "ideal" de un encuentro de la orquesta contiene, junto a una obra sinfónica y un concierto con solista procedentes del repertorio tradicional, dos obras contemporáneas, de las que una se refiere al repertorio básico del siglo XX, mientras que la otra es forzosamente más actual, al procurarse que sea de un compositor vivo que, en la medida de lo posible, pueda asistir al encuentro durante varios días, a modo de profesor de análisis e interpretación de su propia obra, orientando el trabajo de las diferentes secciones y participando activamente en los ensayos, en estrecha coordinación con el director.
Es precisamente en este último caso cuando una orquesta joven encuentra pleno sentido a su existencia. Si en condiciones normales una obra de repertorio es trabajada de forma muy progresiva, tutelado el trabajo por profesores de cada una de las secciones antes de que el director invitado se encargue, ya en los tutti, de cuestiones de índole más interpretativa, en el caso de las obras contemporáneas programadas esa planificación resulta insoslayable, por cuanto ni mucha parte de los aspectos técnicos y musicales, ni en gran medida la escritura, resultan familiares a los jóvenes instrumentistas, que apenas han tenido contacto en sus estudios oficiales con otra música que no haya sido la del repertorio tradicional.
Las orquestas profesionales, como es lógico, prescinden de esa primera fase de trabajo tutelado, por lo que abordan con un margen de tiempo con frecuencia muy escaso los ensayos necesarios para cada nuevo programa semanal. Y si ello puede ser suficiente en el caso del repertorio sinfónico convencional, no lo es en absoluto para las obras contemporáneas, especialmente cuando se trata de estrenos absolutos o de obras que son tocadas por primera vez por la orquesta en cuestión. En este caso la obra programada es tan nueva para una joven orquesta como para una orquesta profesional, estribando la diferencia entre una y otra en la mayor rapidez de preparación que se le supone a esta última, en función de los mayores recursos y la mayor experiencia con que cuentan sus integrantes.
Pero, además de los intrumentistas y su mayor o menor capacidad para abordar el nuevo repertorio, conviene recordar que también el compositor participa, de forma más o menos activa, y muchas veces decisiva, en el trabajo de preparación de una nueva obra. A mi experiencia como compositor que se ha visto muchas veces en esa situación con orquestas profesionales, se une desde hace unos años la de director artístico de una orquesta joven, la JONDE, en la que con mucha frecuencia se da cabida a obras nuevas en cuya preparación interviene el propio autor. Por ello puedo dar cuenta del grado de entusiasmo con que los compositores, sin excepción, se integran y viven a fondo esa experiencia tan distinta, en la que la obra se "lleva de la mano" desde que es puesta por primera vez en el atril para que cada profesor de sección empiece a desentrañar su parte, hasta que es interpretada con todos los honores en los conciertos que integran la gira final de cada encuentro.
Así, y con el mismo rigor con que en los últimos cinco años han sido trabajadas en la JONDE las sinfonías de Brahms, Mahler, Bruckner o Sibelius, o las más importantes obras de Strauss, Debussy, Stravinsky o Bartok, la orquesta ha acometido versiones ejemplares de algunas obras cumbre del repertorio básico del siglo XX, e incluso del contemporáneo más reciente. Baste recordar aquí la Segunda sinfonía de cámara de Schoenberg, La Ascension de Messiaen, la Tercera Sinfonía de Lutoslawsky, Les espaces acoustiques de Gerard Grisey, o Rituel in memoriam Bruno Maderna de Pierre Boulez. Y junto a todo ello, han sido agraciados con la "lotería" de ser programados por la JONDE, y por tanto de convivir y trabajar con ella durante unos días, un importante número de compositores españoles de muy diferentes tendencias: Jordi Cervelló, Ángel Oliver, Ramón Lazkano, Joan Guinjoan, Alejandro Civilotti, Gabriel Erkoreka, Agustín Bertomeu, Josep Soler, Antón García Abril, Francisco Lara, Pilar Jurado y Roberto López, entre otros y siempre dentro de los cinco últimos años.
Si bien los integrantes de la orquesta muestran a priori un cierto rechazo hacia la creación contemporánea, fruto sin duda de una formación musical absolutamente escorada hacia el repertorio clásico y romántico, resulta tan gratificante como esperanzador comprobar cómo el contacto con el nuevo repertorio va ganando poco a poco adeptos entre nuestros jóvenes instrumentistas. No sólo el rechazo a la propuesta de programas en los que se incluyen nuevas obras es minoritario, sino que ante determinadas propuestas la reacción por parte de los músicos no ha podido ser más positiva. Una de ellas es la referida a la Academia de Música Contemporánea.
El origen de la Academia se sitúa a comienzos del año 2003, en que por iniciativa del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea del INAEM se propone la colaboración de la Joven Orquesta Nacional de España para la creación conjunta de un grupo de cámara, de entre 15 y 25 instrumentistas, que, formado inicialmente por jóvenes vinculados a la orquesta como miembros o exmiembros de la misma, deseen ampliar su formación en la interpretación del repertorio del siglo XX, y que a más largo plazo pueda servir de cantera para la creación de un grupo profesional que pueda suponer una alternativa estable a los actualmente existentes, básicamente integrados por instrumentistas de diferentes orquestas que esporádicamente desarrollan en paralelo una actividad secundaria centrada en dicho repertorio.
En su primer año de existencia se confía la dirección musical de la Academia a Arturo Tamayo, quedando la gestión organizativa a cargo del CDMC y ocupándose la JONDE de suministrar los instrumentistas y, en algunos casos, los propios instrumentos (arpa, celesta, percusión, contrabajos, etc.). La Academia de Música Contemporánea así constituida despierta desde el principio un notable interés, y la iniciativa queda confirmada tras el éxito de su concierto de presentación, en febrero de 2003, en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, y posteriores encuentros y conciertos en Madrid, Viena y Graz. Durante ese primer año colaboran con la Academia algunos profesores que también intervienen en los conciertos finales: es el caso de Salvador Espasa (flauta), Juanjo Guillem (percusión) o Giovanna Reitano (arpa).
El difícil repertorio programado para los diferentes conciertos es resuelto con gran eficacia por el grupo de profesores y alumnos, y todo hace prever su continuidad. Pero pronto se comprueba que el CDMC carece de la infraestructura organizativa necesaria para manetener la actividad de un grupo de esas características, y comienza a pensarse en la conveniencia de invertir los papeles con la JONDE, quedando ésta como gestora técnica y artística de la actividad formativa (a fin de cuentas, se trata de sus integrantes y de sus intrumentos), y el CDMC, en último extremo, como gestor de algunos de los conciertos de la gira final.
Así pues, a partir del año 2004 la Academia de Música Contemporánea pasa a constituir una de las actividades más relevantes de la JONDE, replanteándose su orientación siguiendo las mismas directrices que la orquesta, dándole una estructuración pedagógica en forma de encuentros didácticos, y encomendándose cada uno de ellos a un director distinto, especializado en el repertorio programado para cada ocasión. Hasta ahora han dirigido la Academia, además de Arturo Tamayo: Beat Furrer, Tomás Garrido, Joan Cerveró, José Luis Estellés y Juan José Olives.
Desde entonces, la Academia se reúne un mínimo de dos veces por año, y en ambas ocasiones el repertorio es preparado en una primera fase de ensayos parciales y seccionales por un profesorado especializado, y en ensayos de conjunto en una fase posterior, a cargo del director contratado para cada ocasión. Una pequeña gira de dos o tres conciertos finales cierra cada encuentro.
El primero de los dos encuentros anuales se celebra en colaboración con el Campo de Composición que el Instituto de la Juventud (INJUVE) del Ministerio de Asuntos Sociales celebra cada mes de julio en Mollina (Málaga), y en el que participan un importante número de jóvenes compositores españoles e iberoamericanos, bajo la tutela de un equipo de profesores de composición de prestigio internacional. Para esta actividad se cuenta con un grupo profesional, que lleva a cabo la lectura e interpretación de las obras compuestas por los alumnos del curso, y con la Academia de Música Contemporánea, que asume la interpretación de un concierto integrado por obras de los pofesores del curso.
El segundo encuentro anual se celebra en la primera quincena del mes de diciembre, y tiene como sede el Castillo-Palacio de Magalia, situado en Las Navas del Marqués. En la edición de 2005 el encuentro ha sido dirigido por Juan José Olives, y ha estado integrado por obras de Franz Schrecker, David del Puerto, Sofia Gubaidulina y Anton Webern.
El repertorio programado hasta ahora para los encuentros y conciertos de la Academia abarca desde las obras más representativas del siglo XX (como la Primera Sinfonía de Cámara de Schoenberg, la Historia del Soldado de Stravinsky, Octandre de Varése o Anaktoria de Xenakis) hasta obras muy recientes firmadas por Roman Haubenstock-Ramati, José MĒ Sánchez, José García Roman, Gonzalo de Olavide, Jorge Fernández Guerra, Rafael Reina, Salvatore Sciarrino o James Dillon, y entre las que se incluyen algunas de compositores vinculados a la JONDE en calidad de residentes, como Xavier de Paz y el citado David del Puerto.
Desde su plena asunción por la JONDE, la Academia de Música Contemporánea se plantea como una actividad de carácter extraordinario, lo que significa que los jóvenes instrumentistas que participan en los diferentes encuentros lo hacen con carácter plenamente voluntario. A diferencia de las actividades puramente sinfónicas, en ésta son invitados a participar no solamente los actuales integrantes, sino también aquéllos que ya han dejado de serlo, y que pueden de este modo ampliar su formación en este repertorio, al mismo tiempo que siguen vinculados a la orquesta.
Lejos de lo que podría pensarse, hasta el momento no ha supuesto problema ninguno el contar con los instrumentistas necesarios para la realización de un encuentro de la Academia. Muy al contrario, el número de solicitantes para participar en los encuentros es tan alto (más de 60 en la última edición, en la que el repertorio exigía un grupo máximo de 24 intérpretes) que obliga a la necesaria selección. Ese hecho es consecuencia directa del contacto con la música contemporánea que toman durante su permanencia en la orquesta, y de las puertas que con ello se les abren para el conocimiento de un repertorio que, hasta ese momento, les es prácticamente desconocido. En ese sentido, la Academia de Música Contemporánea cumple un excelente papel, contribuyendo tanto al enriquecimiento de la formación de sus integrantes como a la difusión de un amplio repertorio que, en cualquier caso, es de obligado conocimiento para unos jóvenes que deben hacer suya la música de su tiempo.
Por José Luis Turina
Director artístico de la JONDE