José Luis Turina: "El mundo sinfónico está catatónico"

Por Xavier Cester

(Entrevista publicada en el diario Avui (Barcelona, 30 de septiembre de 2000)


Esta noche el Liceu, en una función fuera de abono, estrena la primera ópera de su historia reciente: "D.Q.", con texto de Justo Navarro, puesta en escena de La Fura dels Baus y música de José Luis Turina. El compositor madrileño nos comenta sus impresiones sobre esta obra de paternidad múltiple.

- ¿Muchos nervios antes de la primera representación?
- Este es el momento más importante de mi carrera. Además de nervios, hay una responsabilidad muy grande después de cuatro años de trabajo y de la gran envergadura de una empresa que comporta abrir un hueco en un campo tan endogámico como el del repertorio operístico. Al haber vivido la etapa de ensayos, y dado que habrá muchas representaciones, no creo que experimente un vacío similar al de las fallas, donde todo el trabajo de un año se quema en una noche. Acabaré cansado, pero no insatisfecho.

- ¿Tiene sentido escribir una ópera en el año 2000?
- Tiene más sentido que escribir una partitura sinfónica. Estamos en los prolegómenos de una expansión importante de la ópera, mientras que el mundo sinfónico está catatónico, con la perpetuación endogámica del repertorio y los aspectos sociales que lo rodean. Los casos del Liceu y el Real muestran que la gente se interesa en ello, y como las oportunidades de hacer cosas nuevas son pocas, normalmente tienen un nivel muy alto. Es inadmisible continuar aún con conceptos decimonónicos y se ha de apostar por las nuevas tecnologías, como hace La Fura. El repertorio se ha de actualizar escénicamente para darle un sentido actual, ya que la música y el texto no se pueden cambiar.

- Los orígenes de "D.Q." son diferentes a los de una ópera convencional.
- Seguramente debe ser la primera vez en la historia que la propuesta no surge del músico, sino de los responsables de la puesta en escena. Yo había sido tentado durante muchos años por el género, pero después de una ópera de cámara que se estrenó en 1982, vi que todavía no controlaba todos los elementos. Durante unos años estudié la relación entre música y palabra, hasta que en 1996 estrené La raya en el agua, un espectáculo escénico-musical. Yo ya me sentía maduro para el género, y por una afortunada carambola semanas después La Fura me presentó el proyecto. Querían dar un giro a su estética entrando en el mundo de la ópera con una obra nueva, no de repertorio, con la idea de hacer una lectura diferente del Quijote.

- ¿Cómo ha sido el proceso creativo?
- El libretista Justo Navarro fue el último en entrar en un equipo bien conjuntado. Por descontado hubo tensiones creativas, pero todo el mundo sabía que no teníamos que interferir, pero sí influir. Las reuniones a tres bandas fueron muy fructíferas. Una vez que el equipo fue funcionando bien, tuvimos la suerte de que el Liceu aceptara la propuesta.

- Con la habitual espectacularidad escénica de La Fura dels Baus, ¿no le da miedo que la música quede relegada a un segundo plano?
- La puesta en escena y el texto son deslumbrantes, pero no creo que mi música quede minimizada. Me he preocupado de que haya mucha cohesión con el libreto, que éste se entienda en todo momento. No quería hacer ni una cantata escénica ni bel canto, sino adoptar un sentido actual de la ópera, donde la parte teatral también es válida y la acción, ágil y comprensible. La ópera es una intersección de conjuntos, en la que todos han de estar presentes. No concibo una obra en que la música pulverice el texto por un divismo estúpido del compositor. Si éste es magnífico, el oyente tiene que poder disfrutar. La principal dificultad creativa ha sido la de adaptarme al ritmo de trabajo creativo de un equipo, pero he disfrutado mucho haciéndolo.

- La óptica con la que abordan el tema del Quijote es muy particular.
- Todos estábamos de acuerdo en no musicar episodios conocidos, sino en fijarnos en cómo Cervantes explicaba la historia. El Quijote es una parodia, pero a la vez un drama psicológico de un personaje mediocre que quiere convertirse en otro, un monstruo mutante, según Navarro, hasta que el personaje lo acaba devorando. Musicalmente, la parodia se refleja en muchas citas operísticas, desde Las bodas de Fígaro hasta Parsifal, por su conexión liceísta. Por lo que se refiere a la vertiente psicológica, todo el lenguaje musical está en relación con la mayor o menor vinculación de cada escena con el concepto del tiempo: si ésta es importante, el idioma es tonal; si no, es más contemporáneo. Estos dos mundos entran en conflicto. Don Quijote es un ser de otro tiempo y el resto de los personajes lo odian porque temen ser infectados por su temporalidad. Formalmente, la partitura alterna recitativos para los momentos de acción más ágiles con arias más reflexivas y momentos corales.

- ¿No tiene miedo de la reacción del público, puede que poco propenso a la música contemporánea?
- Como espectáculo, estoy seguro de que llegará a todo el mundo. Por lo que se refiere a la música, creo que incluso le podrá gustar al sector del público más reaccionario.


PERFIL

Nacido en Madrid, la formación musical de José Luis Turina pasa también por Barcelona. Entre sus profesores destacan los nombres de Antón García Abril, Rodolfo Halffter, Carmelo Bernaola y el recientemente desaparecido Franco Donatoni, con quien estudió en Roma. Su carrera compositiva está marcada por diversos galardones -como el Premio Nacional de música del Ministerio de Educación y Cultura recibido en 1996- y múltiples encargos oficiales y festivales de todo el mundo. Paralelamente, su labor docente le ha llevado a los conservatorios de Cuenca y Madrid. Entre sus obras recientes destaca el "Concierto para piano y orquesta" estrenado el pasado mes de enero en el Festival de Canarias.